LIBROS: La cueva de Alí Babá


Ana M. Briongos LA CUEVA DE ALI BABA
Debolsillo 65, 2003, (2002) 220 pág

Si bien abunda en información práctica e interesante no deja de ser una lectura ligerita, incluso muy ligerita. En la onda de su anterior novela-guía “negro sobre negro”
Hilvana una serie de datos sobre el Irán de la etapa Jatamí utilizando como excusa una tienda de alfombras “la cueva de Alí Baba” en la ciudad de Isfahan. Un viaje de la autora en torno al año 2000 a Irán, que nos acerca a los cambios que se producen en la República islámica, sobre todo empujados por la gente joven hartos de la dictadura del clero conservador dominante en la política. Como en el anterior libro tenemos una doble imagen, por un lado el encorsetamiento que el clero shií ejerce sobre el pueblo, y por otro la bondad, educación-cultura, hospitalidad, tranquilidad, etc. de la gente iraní. Esta visión no exenta de respeto por la cultura, la autora, aun siendo mujer, nos describe una sociedad muy diferente de la que se refleja en los media occidentales. Si bien es verdad que pasa de puntillas sobre aspectos que no dejan de ser reales, como la inferioridad jurídica de la mujer, la misoginia del clero, la corrupción de este mismo, etc. Podemos decir que es una obra ligera, nos aporta mucha información curiosa incluso reveladora de cómo es la sociedad iraní, por sus costumbres, religión, etc. pero en ocasiones da la sensación de un diario de viaje de un buen conocedor del país, pero desde la distancia sin introspección. Es muy interesante el capítulo 7 sobre los nómadas de los montes Zagros. En general toda la información de los anhelos de los jóvenes, como la entrevista que la hacen unas jóvenes estudiantes. Cansinas sus descripciones de alfombras, y buen retrato psicológico de los habitantes de la cueva y de la familia iraní con la que vive la autora.

Chema

18/12/06

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LE BASI "Un cómico frente al Islam"

Por qué no voy a reírme de Mahoma... Todavía. Una respuesta completa sobre un tema esencial.

No pasa semana sin que algún periodista me interrogue con tono acusador: “Usted se burla del cristianismo pero, ¿por qué no se atreve a hacer lo mismo con el Islam?” (...) Nadie, por ejemplo, me ha preguntado por qué no me burlo del budismo, el hinduismo, el confucianismo y otros tantos sistemas religiosos. “Lógico —pensarán ustedes— estas religiones no son tan agresivas y fanáticas. El problema es la violencia del fundamentalismo islámico.” Sinceramente, no creo que sea mucho más fácil montar un show contra Shiva en Varanasi que contra Mahoma en Teherán. Pero volveremos a esto punto más adelante.
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